Mi Cid Campeador

Publicado el 29 de diciembre de 2024, 20:38

 

Para un manguta como yo en los asuntos de la tecnología, conectar con la India y tratar de explicar quién soy y qué debe hacer alguien de allí para aprender español, supuso un reto apasionante, casi hollar una cumbre del Himalaya a mis años. Pero en realidad supuso meterme en vena un cúmulo de sensaciones que no sabría dibujar, porque el alma no tiene rostro, pero sí voz y, tras ponerme delante del ordenador a la espera de una respuesta en signos indescifrables, de mi pantalla salió una sonrisa luminosa que desnudó mi armadura con un nítido “buenos días, profesor”.

De la pantalla salió Jerryswami, un muchachito de treinta y un años, de pelo azabache y ojos tan ávidos de conocer la vida que abruman. Tras las presentaciones de rigor comenzó nuestra quijotesca aventura, aunque no sabría definir quién de los dos era Sancho o quién Quijote.

En estos diez meses he reído las ocurrencias de mi joven amigo, los mil y un recovecos que sorteó para entender y asimilar palabras castellanas, meter todos los vocablos en una simbólica coctelera y agitar su cerebro hasta llegar a una solución correcta o algo parecido. No dejaba de admirar el titánico esfuerzo de Jerryswami por aprender, aunque las circunstancias llegaran tan llenas de veneno y tan afiladas que otro en su lugar hubiera huido despavorido, ondeando la bandera blanca de la rendición. Él no.

Jerryswami es mi Cid Campeador, un tenaz superviviente en un mundo hostil, donde la jerarquía de las castas ejerce una influencia que a los mortales de Europa nos cuesta entender; un chaval que siempre me recibe con una sonrisa y te agradece que seas una mano tendida donde asirse para salir de la salvaje jungla de miseria y pobreza en la que se encuentra su familia.

 

José Manuel García

Profesor voluntario de español

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios